Ahora que nos besamos tan despacio, ahora que aprendo bailes de salón, ahora que una pensión es un palacio, donde nunca falta espacio para más de un corazón...
Ahora que las floristas me saludan, ahora que me doctoro en lencería, ahora que te desnudo y me desnudas, y, en la estación de las dudas, muere un tren de cercanías...
Ahora que nos quedamos en la cama, lunes, martes y fiestas de guardar, ahora que no me acuerdo del pijama, ni recorto el crucigrama, ni me mato si te vas.
Ahora que tengo un alma que no tenía.
Ahora que suenan palmas por alegrías.
Ahora que nada es sagrado ni, sobre mojado, llueve todavía.
Ahora que hacemos olas por incordiar.
Ahora que está tan sola la soledad.
Ahora que, todos los cuentos, parecen el cuento de nunca empezar.
Ahora que ponnos otra y qué se debe, ahora que el mundo está recién pintado, ahora que las tormentas son tan breves y los duelos no se atreven a dolernos demasiado...
Ahora que está tan lejos el olvido, ahora que me perfumo cada día, ahora que, sin saber, hemos sabido querernos, como es debido, sin querernos todavía...
Ahora que se atropellan las semanas, fugaces, como estrellas de Bagdad, ahora que, casi siempre, tengo ganas de trepar a tu ventana y quitarme el antifaz.
Ahora que los sentidos sienten sin miedo.
Ahora que me despido pero me quedo.
Ahora que tocan los ojos, que miran las bocas, que gritan los dedos.
Ahora que no hay vacunas ni letanías.
Ahora que está en la luna la policía.
Ahora que explotan los coches, que sueño de noche, que duermo de día.
Ahora que no te escribo cuando me voy.
Ahora que estoy más viva de lo que estoy.
Ahora que nada es urgente, que todo es presente, que hay pan para hoy.
Ahora que no te pido lo que me das.
Ahora que no me mido con los demás.
Ahora que, todos los cuentos, parecen el cuento de nunca empezar.
(J. Sabina)
miércoles, agosto 23, 2006
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